Este fin de semana he tenido la oportunidad de diseñar un Candy Bar para una boda muy sencilla y romántica. Ha sido una gran experiencia, sobre todo por la libertad con la que he trabajado. Cuanto más libres, más creativos somos.
Lo que me sorprende de este tipo de trabajos es, que cuando los terminas, parece algo muy sencillo de hacer. Sin embargo, lleva muchas horas de conceptualización, imaginación y diseño.
La carteles y banderines son diseños personalizados, para los que utilicé la misma referencia de Pantone, tramas y tipografías en la línea del libro de firmas y chapas que los novios ya habían adquirido en tiendas on-line especializadas.
A modo de logotipo monté unas letras de corcho que formaban la palabra «LOVE» (eran blancas, pero yo las pinté del color magenta elegido por los novios para la decoración) con un corazón de fresones de azúcar en tonos pastel y rojo fresa para dar fuerza.
Para la presentación del resto de chuches escogí tarros de distinto diseño. El objetivo era que las gominolas aguantaran en buen estado y manipularlas lo mínimo. Para cogerlas puse unas pinzas y cada invitado podía elegir sus preferidas. Los tarros los decoré de manera sencilla con puntilla fina e hilo en tonos gris y rosa.
Los escalones, con los que creé varias alturas, los decoré con cinta adhesiva con motivos parisinos.
El resultado final fue una mesa acorde con el estilo de los novios y el entorno donde se celebró la boda. Muchas gracias a Celia (amiga de la novia) por contactar conmigo y a los novios, S&A por confiar en mi criterio.
