Este fin de semana los Papás Mingola tenemos que decidir a qué colegio vamos a llevar a nuestros hijos, ya que Mingola en septiembre empieza ciclo. Donde vivimos hay cinco colegios públicos y uno concertado. De entrada descartamos dos de los públicos por estar en barrios periféricos, el concertado porque preferimos la ESO en el instituto público y el público más cercano a nuestra casa (donde yo estudié) porque la última vez que entré para votar pensé que estaba en una Iglesia.

Ya habíamos decidido entre los dos restantes, pero esta mañana hemos visitado el otro y es una pasada. Hemos recibido un trato muy personal, tienen muy buenas instalaciones y un equipo muy comprometido. Por tanto, la decisión no está tomada. Aspectos positivos de cada colegio:

COLEGIO A

  • Está cerca de casa y junto a la Escuela Infantil donde el año que viene asistirá Mingolín
  • Tiene comedor
  • Los compañeros de Mingola serían, en su mayoría, compañeros de la guardería, amigos y familiares cercanos

COLEGIO B

  • Es bilingüe: en todo el ciclo de primaria las asignaturas de Cono, Artística e Inglés, se imparten en inglés. Asimismo, en infantil se imparten clases adaptadas a cada edad
  • Solo hay una línea en cada ciclo (no está masificado)
  • Todas las aulas están dotadas de pizarras digitales
  • Hay un ordenador por niño y en breve comenzarán a trabajar con tablets (vienen de camino)

Las ventajas de uno, son las carencias del otro. Sé que la escuela no es el todo en la educación de nuestros hijos; que la familia educa, la calle educa. Creo que si esta mezcla funciona, habrá funcionado el sistema  y nuestro método como padres. Me preocupan aspectos como el tratamiento de las asignaturas de Religión (creo en la escuela laica) o  Música (para mí tan importante como las mates), y considero que los niños deben tener tiempo para jugar y fomentar la creatividad, y no para pasarse la tarde haciendo deberes.

Lógicamente el conocimiento académico es importante; sin embargo, una de las cosas que más han marcado mi vida han sido mis amigas, mis compañeras desde niña. Con las que me juntaba a jugar, a hacer los deberes, a estudiar. Las que más tarde, en el instituto, nos íbamos separando entre ciencias o letras, para después cada una escoger su camino, su carrera. Siempre me ha servido su ejemplo, cuando no tuve ganas de estudiar y me animaron a seguir haciéndolo. Hoy son grandes amigas, las quiero a todas y guardo sus recuerdos como oro en paño.

Por esto, mi decisión la veo reducida a elegir entre lo humano: que sus compañeros de clase sean niños de nuestro entorno más próximo; o lo metodológico: que aprenda cono en inglés o en castellano.

Esta noche reflexionaré con la almohada. Por cierto, sigo pensando que  no hay derecho al desprestigio al que está expuesta la educación pública. Hoy he vuelto a comprobar que es un sistema muy sólido y que, los que creemos en ella, vamos a seguir luchando.