«Si existiera la justicia, no sería necesaria la solidaridad»

Cada año, el 20 de noviembre, se celebra el Día Universal del Niño. Solemos imaginar que solo pasan hambre los niños en el Tercer Mundo, pero la brecha se abre y cada vez son más los niños que viven en condiciones de pobreza en todo el mundo. Cada día me siento afortunada por poder vivir dignamente. Casi siempre tengo presente que hay niños que viven en condiciones límite y que ven sus derechos vulnerados continuamente. Curiosamente, esa conciencia me llega en los momentos en los que más feliz estoy con mis hijos y me aborda el sentimiento de la injusticia. Injusticia social. Es obvio que el hambre en el mundo es un problema muy grave, pero hay otros derechos menos obvios que se vulneran a cada momento. Mientras cualquiera de nosotros estamos mirando la tele, hay niños a los que se les está maltratando, privando de afecto, de libertad… Los gobiernos tienen otras prioridades. Los políticos deberían estar a la altura. Se echa mano de la solidaridad y de la aportación social, de la caridad y la beneficencia. No son la solución. Ojalá tuviera una varita mágica. Ojalá muchos niños pudieran soñar y creer en las Hadas, en las Princesas y en los Príncipes. Ojalá a ningún niño le robaran la infancia.